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EN VENEZUELA, LA TIRANÍA DEL CLAN MADURO

Le Monde, Editorial 22.7.2017

Traducción de Juan Luis Delmont

Foto de Andrés  Martínez Casares / REUTERS

Un pueblo agotado, un país desangrado, presa del caos y la miseria, bajo la bota de un régimen que cayó en el hamponismo: ¿cuánto tiempo más puede durar la tragedia venezolana? Heredero del “chavismo”, vale decir de un desastre económico y social de proporciones históricas, el presidente Nicolás Maduro se aferra al poder, en una huída hacia adelante en la que la violencia de Estado es el pan de cada día de los ciudadanos.

Pero los ciudadanos plebiscitaron a la oposición al régimen el domingo 16 de julio durante un referendum informal y simbólico organizado por el parlamento, controlado por los oponentes. Desde su derrota en las legislativas de diciembre de 2015, el sucesor del ex presidente Hugo Chávez (1999-2013) aplazó sine die todos los escrutinios previstos por la ley. El poder chavista, durante mucho tiempo inderrotable en las urnas, es ahora minoritario en el electorado, pero se niega a la alternancia.

Anda con rodeos, busca derivativos. Como la convocatoria de una asamblea constituyente, que debe ser designada el 30 de julio según un modo de escrutinio corporativo, contrario al sufragio universal y a la propia Constitución chavista. Esta constituyente está destinada a remplazar las instituciones que escapan del poder del ejecutivo, como el parlamento.

Desde abril, los venezolanos le dicen “¡basta!” a la supuesta “revolución bolivariana”, que arruinó a una nación riquísima en petróleo. La ruina de la economía no la provocó la caída de los precios del petróleo, sino el despilfarro populista, la estatización de los sectores clave, muchas veces confiados a militares incompetentes, la corrupción en proporciones nunca antes vistas: la mitad de la renta petrolera de los últimos veinte años desapareció sin dejar huella.

El “chavismo” es la máscara de un Estado mafioso, involucrado en todos los tráficos, desde las drogas hasta las armas. El país es una de las principales plataformas de exportación de estupefacientes hacia Europa. Último pilar del régimen, las fuerzas armadas tienen en sus manos una tercera parte de los ministerios y una parte de la economía. Algunos sectores militares hacen negocios jugosos gracias, entre otras cosas, a un control de cambios instituido desde hace unos quince años.

El destino de los venezolanos es menos envidiable. Recesión, hiperinflación, devaluación de la moneda y pérdida vertiginosa del poder de compra: el empobrecimiento es general. El 16 de julio, los 7.5 millones de participantes en el referendum provenían tanto de las zonas de clase media como de los suburbios y barrios más pobres.

A la oposición que exige elecciones libres anticipadas, Maduro responde con una represión brutal, el uso desproporcionado de la fuerza, detenciones masivas y el recurso a los tribunales militares contra civiles. Desde mayo la soldadesca del régimen abatió con disparos de bala a un centenar de manifestantes. Dos jóvenes más fueron asesinados durante las manifestaciones que acompañaron, el jueves 20 de julio, una jornada de huelga general en el país.
En ese enfrentamiento desigual, los oponentes necesitan la solidaridad internacional. Los grandes vecinos de Venezuela, como Colombia, deben imponer una mediación y, luego, una retirada ordenada del clan Maduro. No hay otra solución. El populismo versión Hugo Chávez devastó al país, arruinó a sus habitantes, desgarró un tejido social ya frágil. Es una alianza entre la incompetencia y el bandolerismo de Estado sobre un fondo de tiranía política. Es eso y nada más.

Versión original: http://www.lemonde.fr/idees/article/2017/07/21/au-venezuela-la-tyrannie-du-camp-maduro_5163360_3232.html

Oxígeno a la corrupción y vacaciones a las balas…

Por Paula Cadenas

infoVnzla.com – Julio 23, 2014

Viernes 11 de julio, ya al margen de los fuegos artificiales del mundial, en Francia se preparaban para lanzar otros millones al aire y un día feriado más se sumaba a la ya interminable cadena de asuetos. Ni pensar en salir, demasiada gente crecida aquí que organizadamente ha previsto cada una de sus vacaciones del año, además del riesgo de las huelgas de transporte que son ya costumbre, exigiendo mejores condiciones de no se sabe qué exactamente, pues gozan de una situación privilegiada, sobre todo si se compara con la del gremio del transporte en nuestros países latinoamericanos. Sin duda, distintos los niveles de tolerancia de los ciudadanos entre un continente y otro, y tan amplio el espectro de gobiernos socialistas como la diferencia horaria. Así pues a pesar de que este estado francés ‘socialista’ es capaz de garantizar y hasta de subsidiar mis vacaciones, decido quedarme navegando en casa, y he aquí una muy breve bitácora.

Mientras trataba de entender un poco el desigual conflicto en Gaza, me encontré con otra nota sobre medidas de asueto veraniego en nuestra variopinta realidad venezolana en un medio digital en inglés, FP: ‘El aeropuerto Internacional de Maiquetía cobra a los pasajeros un impuesto por el aire que respiran’. Tomado de la fuente de la BBC, los turistas que tengan la suerte de conseguir vuelo y partir desde Maiquetía podrían llegar a pagar el equivalente a 12 libras de impuesto por el ozono, una novedosa tecnología única en Latinoamérica, declaraban sus promotores, pero cuyos costos de seguro nunca conoceremos, algo menos novedoso para el continente. Más abajo, en fin, un internauta agregaba la nota que faltaba: limpiando “el aire cuando no hay agua en los baños y perros de la calle duermen en los rincones de las instalaciones de Maiquetía”. A lo que yo agregaría, pagar impuesto al aire mientras te ronda la pavorosa posibilidad de no llegar con vida en el trayecto Caracas – Maiquetía.

¿Cuál sería el motivo de tal iniciativa? De seguro no fue pensada para beneficiar al ciudadano común, pues está claro que este gobierno no busca el bienestar de todos los venezolanos, pero sí a unos cuantos. Sin embargo, en una declaración del gobierno de Maduro, publicada en el ABC de España, hacen mención a la medida como una forma de beneficiar la salud de los usuarios con “enriquecimiento del aire”. Elocuente, casi un lapsus. Margarita López Maya explicaba, por su parte, en una entrevista del 13 de julio, que un punto clave para comprender nuestra situación es la incapacidad del venezolano para reconocer y denunciar la corrupción, y de encabezado: “el venezolano es muy tolerante con la corrupción. Y justamente, en la última editorial de la revista Sic del Centro Gumilla, nos encontramos con un buen recorrido de la crisis actual, pero ni siquiera se hace mención a la corrupción, mucho menos se ve como nudo del problema, ni se piensa en el estado de ingobernabilidad a causa de la casi inexistencia de instituciones y la falta total de organismos que controlen el estado.  Se deja sin embargo un buen espacio –como en la mayoría de los artículos- a la división, la incapacidad para el dialogo, la violencia cotidiana en la que el venezolano se reconoce atrapado y se asoma la posibilidad de que se trate de una inédita  violencia de estado. Frente a todo esto, agregaríamos –con López Maya- que lo que no deja de sorprender es el grado de tolerancia, o mejor, de aguante del venezolano.

Así va esta tragicomedia que es cotidiana en Venezuela –como sugería el medio digital- inexplicable, pero que acaba resultando sumamente eficaz para los que tienen el poder.  Sí, tragicomedia, pues en efecto, pareciera que el venezolano se moviera entre el miedo o un profundo sufrimiento que paraliza o una cotidianidad que deja perplejo y sin palabras. ¿Tolerancia? Se sobrevive a ritmo de proclamas y medidas a simple vista arbitrarias, pero que consiguen desorientar y seguir extendiendo falsas pistas hacia su incomprensión. Mientras más de un medio internacional publica sobre la pintoresca iniciativa de implementar un sistema de ozonificación para un aeropuerto con cada vez menos vuelos -y sobre la que yo misma escribo ahora- el robo a todos los niveles no cesa ni los asesinos a sueldo se van de vacaciones. Sólo este fin de semana hubo más de 139 asesinatos. Apenas un pequeño espacio en la prensa nacional de impresión cada vez más reducida. Pero de estas 139 víctimas no hablan los medios  internacionales.

En su alocución del 14 de julio, el presidente francés, François Hollande, dedicaba varios minutos de declaraciones al conflicto en Gaza, mientras tanto el gobierno de Venezuela estaría tejiendo más discursos incendiarios, urdiendo otras estrafalarias medidas que bien sirven como fuegos artificiales sin llegar a frenar la criminalidad, pero sí poder seguir robando. Lo cierto, señor Hollande, amigos del mundo, es que el pasado fin de semana fue largo suplicio no sólo para la franja de Gaza, sino también para Venezuela. “En una semana hubo en Gaza 103 muertos, una semana en Guerra, mientras que en Venezuela hubo sólo en el fin de semana 139 muertos…”, según denunciaba un amigo en Facebook.  Más de 24000 asesinatos en el 2013, más de cien mil en diez años de régimen. El de Gaza, un conflicto que, aunque no se entienda, está claramente tipificado y los políticos alineados; de este otro, el nuestro, nadie alerta, muchos se hacen la vista gorda o simplemente se desconoce internacionalmente, ni pensemos en que se comprenda. Por lo pronto seguimos siendo ignorados, pero si llega a pisar Maiquetía, recuerde, amigo, respirar profundo, mire que se lo cobrarán, tal vez demasiado caro, y repítase en un acto de insólita paciencia y ‘tolerancia’: Bienvenidos a la revolución socialista de Venezuela donde no te garantizan ni el agua ni la vida y tal es la corrupción que hoy hasta te cobran literalmente por respirar.

@paulacadenas

 

Por Paula Cadena para #infovnzla

Foto principal:  Algunos derechos reservados por Only J. (www.flickr.com)

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