Tag Archives: Pobreza

Usted es mercancía ya negociada

Para el que tiene buen olfato, el culo siempre queda demasiado arriba. Siento la nariz saturada hasta el punto de casi estar insensible al hedor de la conspiración. Ni siquiera los aireados pasillos que flanquean el hemiciclo de la Asamblea logran despejar el aletazo fétido de la traición. El estancamiento de nuestras esperanzas como país se puede otear en el ambiente bajo el olor del plomo y lacrimógenas. No tengo certezas, pero sí corazonadas. También tengo “gente”. Desde adentro y desde afuera, mucho periodista, mucho político, mucho intelectual, mucho amigo, comenta escondido tras el trago, lo que siente, piensa y a veces hasta lo que sabe, y a diferencia de tanto articulado comentarista de los medios, lejos de decir lo que dicen todos –no sin antes hacer un recuento histórico, como si repasar la cagada que pusimos nos fuera a exorcizar del fantasma que nos tiene presos–, dicen otra cosa. Lo que dicen, lo dicen encapillados, porque es lo que casi nadie se atreve a decir. Lo mismo que yo creo sentir y saber: Nos vendieron.

Entonces su dolor y el de la familia venezolana se ha hecho susceptible de regateos de mercado y de las rebatiñas desprolijas de los bachaqueros de la miseria humana, que en este caso son sus propios representantes electos. Mientras familias enteras pasan hambre, niños mueren en los hospitales y padres de familia son asesinados a sangre fría por ejercer su legítimo derecho a la protesta pacífica, la agenda que se está empujando no es la sacar al presidente y tomar el poder de manera inmediata para implementar los dolorosos correctivos necesarios para superar la crisis. La verdad es que nadie quiere tomar las riendas del caballito brioso que de tanto dar, terminó por reventarse. Nadie quiera sentarse en el cojín apestado con los gases corpóreos del mórbido obeso en la silla de Miraflores. Nadie quiere tomar este perol viejo para tratar de hacerlo volver a funcionar. Al menos no “por ahora”. Por ahora es mejor tomar opciones blandas, half measures y correr la arruga. Para asegurarse quién sabe que dádivas contractuales. Quién sabe que causas legales remendadas. Quién sabe que cambures manipulados por los genetistas de la política nacional. Así, ante la vista apacible de los lagos artificiales –o de la cancha de Polo–, bajo cocoteros como los nuestros –pero extranjeros– entre aromáticos vinos de cosechas inaccesibles, los rones más amaderados del Caribe y whiskys de añadas ancestrales, las cabezas de los venezolanos se sirven en bandejas plateadas para ser disfrutadas como exóticos condumios.

Usted y yo somos mercancía ya negociada y llevamos en la frente un numerito que indica, entre otras cosas, la fecha en que caducaremos, ya sea por enfermedad –que no podremos tratar–, hambre –que no se saciará–, tiro, puñalada o arresto cardíaco producto de alguna arrechera mal administrada. También corremos el riesgo de caducar como ciudadanos de nuestra nación, y tengamos que sufrir las indignidades del exilio forzado y los desamores de pelar bola lejos de tus amigos y familiares como cualquier fugee. No quiero ni empezar con las ciertas posibilidades de una secesión que acabe con el país tal y como lo conocemos.

Este es mi parecer y es lo que me dice la cabeza –también el corazón–. Una cosa. No deje de actuar en pro del objetivo, porque es sano y las cosas, en la vida –y en la política–, cambian todos los días. Vaya y confirme su firma, pero vaya a sabiendas de que, por lo pronto, lo que va a hacer es validar la entrada de Aristóbulo a la historia republicana –de una república perdida–.

Espero, luego de este ejercicio expiatorio, los comentarios sobre “cuanto daño estoy haciendo al decir esto”, pero –y esto lo escuché por ahí y se me quedó pegado como un chicle– pienso que el que crea que la ciudadanía es demasiado inmadura para enfrentar la verdad, es demasiado inmaduro para asumir la política. La verdad siempre te hará libre. Me rehúso a permitir que otros negocien con lo que es mío y aunque ya esté facturado, aún me siento libre.
¿Tú qué?

Cesar Oropeza

Derechos de publicación cedidos por el autor a InfoVzla.

Billete mata … por Mariantonia Blanco

De la serie “Se Busca”. 11330890_10153283982368605_1048609234_o Cuando comencé mi trabajo con los billetes de 5 Bolívares el valor gráfico de la pieza era mucho mayor que su valor de cambio. Eso fue en 1996. El metro cuadrado de los billetes rojos, era más barato que cualquier papel tapiz. Únicos sobrevivientes al momento de los famosos “TINOQUITOS”, que se imprimían para cubrir la falta del “sencillo” y para evitar el fenómeno del uso de caramelos para dar vuelto en los carritos por puesto. Entonces el vil metal valía mucho más en peso y mucha gente traficaba con caramelos. Bs 5.000 en billetes de cinco rojos pesaban exactamente un kilo. El metro cuadrado tenía un valor nominal de Bs. 425. Para invitar a dos amigos a unas birras en el Gardeliano o La Reina Tropical en Caracas en 1998 eran 500 Bolos, así venían, en paquetes de Bs. 500 sellados por el Banco de Venezuela. No era la primera vez que el país se encontraba en una cuasi bancarrota. No era la primera vez que su moneda se devaluaba, llevándose con ella al foso el nombre de su héroe nacional, un héroe al mismo tiempo elevado a las alturas pontíficas primero y al empíreo después por esos que se declararon sus herederos ideológicos, los que se mientan Bolivarianos. Unos herederos cuya ignorancia es, sin duda, representativa en sus momentos de gloria triunfal de los deseos, esperanzas y total y absoluta flojera de una parte importantísima de la población. Unos herederos pedigüeños, despilfarradores de ideologías y recursos, barnizados con el conocimiento exangüe adquirido en horas de descanso en la rigurosidad del cuartel y elevados con la ingesta de ron al son de la copla, en el caso de los gobernantes. Y de la misma libación generalizada de Aguardiente, Triple Filtrado, Cocuy y Polar por parte de esa mayoría que los apoya. Mientras los demás tomamos Whisky, Vodka y Solera.

La BOLIVARIZACIÓN, el añadido del ilustre apellido Bolívar a toda institución y medalla, a todo el territorio, a las Fuerzas Armadas. Ese nombre siendo mentado y en boca de toda la “gentará” como diría mi abuela Maria Luisa; llevado a convertirse en valor fluctuante, recipiente de las frustraciones monetizadas y culpable de la falta de sueño de todo un país; hubiese sido un escándalo y una vergüenza para esta gente, los Bolívar, en su época. Más aún si se hubiesen enterado de que gracias a la añadidura y uso de su apellido alargando innecesariamente el nombre de la República, lograron que se leyera “ZUELA” en el culo de las más dignas representantes de nuestro gentilicio: Las Misses.

Somos una nación de idólatras engreídos que siempre tenemos de que quejarnos y somos súper expertos en hacernos los locos. Por eso ahora, casi 20 años después sigue siendo más barato empapelar tu cuarto con Bolívares, con billetes ahora de 500 llamados, además, FUERTES. Devaluados, al igual que el nombre del hombre que los inspira.

Señores: Bolívar has left the building.
Mariantonia Blanco

Derechos de publicación cedidos por la autora a Infovzla.

Yo ya me fui de Henry Casalta Contreras

Info Venezuela, me ha “exigido” la entrega de este texto que prometí so pena de
enviarme al departamento legal. ¡Qué vaporón!

Introduzco con estás líneas que deberían haber sido las últimas… bondades de
la escritura, pero es que hoy el terminal de mi cédula me permitía peregrinar por los automercados, buscando productos regulados que no conseguí, y no había acabado de decir lo ofrecido, que antes había escrito y ahora está abajo. Así son las cosas: discontinuidad, lo de arriba está abajo y así como el país o estas líneas, el tema de emigrar.

Ya me fui, me quise ir desde que tenía como 15 años. Soñando con una Europa
romántica, repleta de esa cultura refinada, poética, arquitectónica e histórica, en la cual sus gentes, tendrían un sentido de la vida y la civilidad que yo, en ensoñación adolescente, imaginaba llenaría los vacíos que me ofrecía mi entorno venezolano. No fue hasta el año 2000 que pude cumplir mi sueño, ya menos romántico y habiendo aprendido a bailar salsa y a usar esa manera nuestra de expresarnos por ahí, para que no nos jodan.

Me fui a Barcelona, España, llevando mis ahorritos. Compré mis dólares en el banco, en aquella época se podía, y mi querida Yaya, abuela de origen aragonés me cosió en los interiores una especie de bolsillito secreto para portarlos.  Aún con ahorros, pero sólo con papeles de estudiante, apliqué la máxima de ladillar a todo el mundo para conseguir un trabajo en negro. Fue rápido, mi amigo Joaquín, percusionista catire pero caribe, me dijo: “En La Rambla hay una discoteca llamada Panams, ve ahí, pero no te asustes”. ¿Yo? ¿Asustarme?

La discoteca había sido inaugurada por los años 60s, y era toda de madera y terciopelo rojo, como lo sería la Bell Epoque o el Gordon Bleu en Caracas; lugares ya extintos. Y ponían música Indie! ¡Perfecto! Mi primer trabajo en España consistía en llenar neveras de cerveza, recoger vidrios rotos, repartir flyers en la calle y en el peor de los casos, limpiar algún vomito de un cliente borracho. En los flyers que repartía había una invitación un tanto singular: la discoteca Panams tenía otra puerta al lado, adentro solo se separaban por un visillo de esos de tiras que son como una cortina, esa otra “parte” del local daba a un piso inferior en él que se ofrecían espectáculos de striptease y sexo en vivo, heterosexual y lésbico. A eso invitaba yo a la gente repartiendo flyers en La Rambla, en invierno y con frío. Un buen día el técnico de iluminación y sonido del puticlub se fue y yo ascendí! Ya no más limpiar vómitos ni pasar frio en la calle. Ahora un entorno calentito con un trabajo técnico y haciéndome amigo de las artistas que hasta comida me llevaban a veces. Ese fue mi primer trabajo en España y duré  9 meses.

Después de algunos empleos menores llegué a trabajar como educador, como psicólogo y luego hasta en producción de espectáculos para festivales de rock como el de Benicàssim. Fue un desarrollo paulatino hasta que culminó mi estadía luego de ocho años y siendo ya español. La idea es que emigrar es duro pero se puede crecer, mejorar, irse superando. Es duro porque se echa tanto de menos a la familia o se echa de menos encontrarte con desconocidos a los que le oigas decir: “coño, que de pinga najada pana! Agarrado a una botella de guarapita en el malecón de Choroní viendo a esos negros dándole a los cueros.

Para mi también era duro darme cuenta como el verdor, la exuberancia de la vegetación y esa luz reveroniana no existía allá. Allá los bosques son ordenaditos y un tanto desteñidos.  Cada vez que venía a visitar mi país, era como una especie de transfusión espiritual de colores. Y en una de esas me quedé, pensando en algo no definitivo que ya lleva  siete años.

Llegue a Caracas pensando: bueno, no habrá tanta cultura, tantos conciertos, pero me lo puedo pasar en la playa, en el monte. Compartiendo el imaginario colectivo que me vio crecer, abrigándome en todo lo conocido y familiar de nuestro terruño. Y así fue al principio, cuando volví a Caracas en el 2008. ¡Tremendas parrilladas! ¡Unas rumbas bailando salsa sabroso con estás mujeres venezolanas que son únicas!

Pero viendo, como año tras año se van los amigos que quedan o algunos nuevos se quieren ir. Viendo como ya la fiesta no es tan buena, porque la ciudad aterrada se entristece en las noches. Las parrilladas son cada ves más esporádicas, la punta trasera cada día cuesta más y hay que pagar el condominio. Olvidando cómo se ven las estrellas en la playa de noche, porque los lugareños honestos nos previenen del peligro. Viendo como esa familiaridad y camaradería se sustituye por una paranoia,  desconfianza o discriminación. Hasta los árboles de la ciudad los están talando para agrandar las carreteras, hasta los bosques del amazonas o la sierra los deforestan para sacar el oro o el carbón. Un país enguerrillado, engorilado, jalado, arrecho… un país que se insulta y se etiqueta en dos mitades. Un país lleno de la retórica del enemigo, en donde para echar el cuento de uno siempre es necesario interrumpir el cuento del otro. Este es país en el que vivo, y sigo intentando hilar la continuidad, mientras consigo dos jabones en un automercado y una harina pan en el otro.

¿Qué cosas no? Así es muy difícil escribir este país, yo lo sigo intentando… hasta que me toque volver a interrumpirlo por otro.

Henry Casalta Contreras
P. D. Espero que el departamento legal de Info Venezuela no me llame, que el del condominio ya lo hizo.

Derechos de publicación cedidos por el autor a InfoVzla.

Hora de balance

Por Paula Vásquez

TalCualDigital.com – Publicado Marzo 24, 2014

Lo que resulta muy curioso e interesante es ver como los simpatizantes incondicionales del chavismo en las universidades norteamericanas y europeas van ahora a explicar cómo fue que si se habían reducido las desigualdades sociales ahora nos encontramos ante el empobrecimiento masivo de una sociedad.

Es la hora de los balances. Los aniversarios se prestan para eso, para ver la evolución de los indicadores y comparar situaciones y hacer fotografías de la situación “antes” y “después”. El “antes” y “después” del triunfo de Maduro es absolutamente aterrador.

El propio presidente Maduro lo debe saber, y debe odiar profundamente el momento en el que fue elegido para ser nada más y nada menos que el que encarnaría el fin del modelo chavista, el que está allí asumiendo la inviabilidad de un modelo, la insostenibilidad del funcionamiento de la concepción misma de un Estado y de una sociedad. El documento que llega a mis manos para hacer el balance es el extraordinario trabajo de Luis Pedro España, El socialismo petrolero.

Situación y políticas sociales bajo un fallido modelo de desarrollo, editado por el ILDIS y la Fundación Friedrich Ebert, en Caracas en octubre de 2013. En solo 15 páginas España demuestra que lo que el gobierno ha presentando incesantemente ante la prensa internacional como la reducción de las desigualdades sociales no es otra cosa que un boom del consumo.

Entre 2004 y 2008, etapa crucial del socialismo petrolero, no hubo ninguna transformación estructural que hicieran que aquellos que dejarían de ser pobres gracias a la transferencia directa de recursos financieros, no volvieran a serlo unos pocos años después. El aumento del consumo directo no es solo una cuestión de clientelismo, porque aparte de estar en una lista de una misión para recibir algo, la gente tenía acceso a una liquidez inmediata y todo el mundo compró de todo. La profunda ineficacia de las misiones en la resolución estructural de la pobreza es palpable hoy.

La expansión del empleo precario y la reducción de un mercado laboral donde los jóvenes puedan conseguir trabajo y ser autónomos hace que los venezolanos estén condenados a ser una población dependiente de aquellos que deciden quién merece recibir y quién no. Esto ha sido dicho hasta la saciedad y por mi parte me he dedicado a desglosar como el gobierno se ha apoderado de los sentimientos y las emociones “buenas” que genera el “ocuparse de los pobres” para justificar el autoritarismo y el fin de las instituciones y así acumular un poder infinito.

Lo que resulta muy curioso e interesante es ver como los simpatizantes incondicionales del chavismo en las universidades norteamericanas y europeas van ahora a explicar cómo fue que si se habían reducido las desigualdades sociales ahora nos encontramos ante el empobrecimiento masivo de una sociedad. Porque el salto a la pobreza que dimos en las últimas semanas es el más grande que haya sufrido una sociedad latinoamericana en los últimos veinte años.

Cómo fue que el vanagloriado fin de la pobreza se acabó de golpe y porrazo y ahora resulta que todo el mundo es pobre salvo los funcionarios bien posicionados. De octubre para acá, Nicolás, se acabó el modelo y dejó de funcionar la cosa. De un país “modelo de justicia social” pasamos a ser un país paupérrimo, violento y desorganizado al que ni los periodistas chavistas pueden venir porque no pueden pagar el precio de los boletos aéreos.

 

Fuente Original: Vásquez, Paula.”Hora de balance”. TalCualDigital.com. 21.04.2014. Editorial La Mosca Analfabeta C.A. 26.04.2014.

http://www.talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=101812&tipo=AVA

Derechos cedido a #infoVnzla por: Paula Vásquez

Foto principal: AP Photo / Ariana Cubillos

@infoVnzl

El por qué solo la mitad de los venezolanos está protestando en las calles

Por Dorothy Kronick

Publicado en FiveThirtyEight. 17 de marzo de 2014.

Mientras las protestas estallan a lo largo y ancho de las urbanizaciones más acomodadas de Venezuela, los barrios por lo general se han mantenido tranquilos. Los venezolanos de clase media y alta queman cauchos y construyen barricadas, mientras millones de sus compatriotas más pobres se quedan al margen. Ambos grupos sufren a causa de las mismas cosas que desencadenaron los disturbios: escasez de alimentos, inflación y crimen. De hecho, estos problemas perjudican más a los partidarios del gobierno que a los manifestantes opositores. Cabe preguntarse: ¿qué los divide?

Un año después de la muerte del expresidente Hugo Chávez, estas seis semanas de manifestaciones nos muestran un país que sigue profundamente dividido de cara al proyecto político de Chávez. De un lado se encuentran los opositores de su sucesor, Nicolás Maduro, que ganó las elecciones presidenciales del año pasado por estrecho margen; y del otro se encuentran los partidarios del gobierno, que no ven otra alternativa viable al chavismo. Estos últimos se preguntan, “¿si no es esto, entonces qué?”. Pareciera que los venezolanos no encuentran una respuesta compartida.

No han podido ponerse de acuerdo sobre una visión política del país porque juzgan al chavismo desde dos perspectivas diferentes: los chavistas comparan la situación actual con la Venezuela antes de Chávez, mientras que la oposición contrasta la situación económica actual con los recientes desarrollos en el resto de América Latina.

Muchos de ls partidarios del oficialismo comparan la vida bajo el socialismo bolivariano —el nombre que le dio Chávez a su programa político— con la vida bajo los antecesores inmediatos de Chávez. La mala administración del auge petrolero de la década de 1970 y el colapso subsiguiente dieron paso a una larga pesadilla económica durante las décadas de 1980 y 1990. Las severas privaciones dieron paso a disturbios, varias intentonas golpistas y, finalmente, a la elección de Chávez; que en ese momento no era sino un outsider político. Si se contrasta con el desastre anterior, a los venezolanos ciertamente les fue mejor bajo el socialismo bolivariano: los ingresos aumentaron y la pobreza se redujo, como lo ilustran los gráficos 1 y 2.

Aquellos que respaldan a Maduro temen un retorno al régimen que antecedió al de Chávez. 15 años después de la caída de ese modelo, la frase “no volverán” se mantiene como una potente consigna de los partidarios del gobierno.

 

1. Los ingresos de los venezolanos aumentaron con Chávez

G01

 

2. Y la pobreza se redujo

G02

Es natural establecer comparaciones con los gobiernos que antecedieron al actual. Sin embargo, en el caso venezolano no deja de ser engañoso. Venezuela es una economía petrolera, y los precios del petróleo oscilaban en torno a 10 dólares por barril en las décadas de los ochenta y noventa.1 Por motivos que poco tienen que ver con las decisiones de Chávez, el precio del petróleo venezolano comenzó a subir tan pronto él asumió la presidencia y se dispararon a más de 80 dólares por barril en 2008 (Gráfico 3). Decir que a la economía venezolana le fue mejor con Chávez que en los períodos anteriores equivale a decir que el pasto crece más verde con agua que sin agua.

 

3. Cambios en las condiciones externas

G03

Un punto de referencia o benchmark más útil —empleado por la corriente de oposición política venezolana— es la salud económica de los vecinos latinoamericanos de Chávez, muchos de los cuales también se vieron favorecidos por el reciente auge de los precios de los recursos naturales. Tal como lo ha sugerido Francisco Monaldi, de la Universidad de Harvard, podemos comparar el socialismo bolivariano con otros modelos latinoamericanos alternativos conforme a algunos indicadores económicos estándar, como el producto interno bruto y la inflación. También podemos comparar al chavismo con el resto de la región en lo relativo a los resultados que precisamente buscaba enfatizar Chávez: pobreza, igualdad, salud y educación. “¿De qué sirve la estabilidad macroeconómica si, al final, el resultado es más pobreza y más hambre?”, preguntaba Chávez en unos de sus discursos al principio de su presidencia. “¿Cuántos niños van al colegio, cuál es la mortalidad infantil? Esas son las preguntas más importantes”.

Si nos atenemos a todas estas mediciones, el socialismo bolivariano tuvo un rendimiento inferior al de sus pares. La naturaleza le brindó a Chávez lo que fueron con creces los ingresos extraordinarios más altos de América Latina procedentes de recursos naturales (Gráfico 4). No obstante, en comparación con sus vecinos menos afortunados, Venezuela registró un menor crecimiento económico (Gráfico 5) y una inflación más alta (Gráfico 6). Por otro lado, durante el mandato de Chávez, Venezuela tampoco superó a muchos de sus vecinos en lo relativo a la reducción de la mortalidad infantil (Gráfico 7), la pobreza o la desigualdad; así como tampoco en cuanto a mejoras del rendimiento escolar. Muchos de los países que superaron los logros de Venezuela en materia social lo hicieron en parte gracias a la puesta en práctica de programas innovadores contra la pobreza, basados en transferencias condicionales de dinero en efectivo, en los que por ejemplo el gobierno le pagaba a madres de bajos recursos por llevar a sus niños a la escuela o al doctor. Mientras que México, Brasil, Perú, Colombia y otros países instrumentaron estas políticas sumamente eficaces, Venezuela amplió los recursos dedicados a proyectos “que difícilmente puede decirse tienen asidero en las estadísticas de desarrollo humano”, según un destacado economista venezolano que evaluó los programas. 

 

4. Venezuela contó con los mayores ingresos extraordinarios procedentes de recursos naturales

G04

 

5. Con bajo crecimiento económico

G05

 

6. Elevada inflación

G06

 

7. Y una baja reducción de la mortalidad infantil

G07

El fracaso se hace incluso más patente si se contrasta con las magnitudes históricas de las promesas de Chávez, y con el otrora entusiasmo hemisférico en torno a su proyecto. Hace una década los partidarios de izquierda, desde Boston a Buenos Aires, pensaban que Chávez era un pionero que abogaba por un estilo de gobierno más justo, inclusivo y favorable a los pobres que cualquier opción ofrecida por las elites de Washington. Chávez ideó su revolución bolivariana para desafiar seriamente la hegemonía estadounidense, proclamándose como el héroe antiimperialista por excelencia.

Venezuela vendió su sueño revolucionario agresivamente y conquisto aliados con sus miles de millones de dólares en petróleo. Sin embargo, al final, la mayoría de sus vecinos le dieron la espalda a la visión chavista, y al hacerlo lograron mayores avances en la consecución de muchas de las metas que Chávez se había propuesto para su gobierno. En un intento por resucitar el fervor utópico del período de mediados de los años 2000, uno de los anuncios más vistosos de la campaña de 2012 (con cuarteto de cuerdas, cámara lenta y todo) proclamaba que Venezuela se había convertido “en un modelo de solidaridad y justicia social para todo el planeta”. Pero ya para entonces, esa retórica grandiosa sonaba hueca.

Tal como lo señaló el economista venezolano, Omar Zambrano (consulte aquí), incluso uno de los aliados de izquierda más radicales de Chávez, el presidente de Bolivia Evo Morales, manejó de manera más responsable los ingresos procedentes de recursos naturales. Entre los aliados regionales de Chávez, Morales ocupa un puesto que apenas superan los Castro en Cuba. Al igual que Chávez, Morales provocó la histeria de la oposición de su país con su agitada retórica en contra de las élites. Al igual que Chávez, Morales redactó nuevamente la constitución y cambió el nombre oficial de su país. Y al igual que Chávez, Morales presidió durante un período de condiciones económicas sumamente favorables. Bolivia disfrutó de una mejora similar a la de Venezuela en el precio de sus exportaciones en relación con sus importaciones, entre 2003 y 2012 (Gráfico 8).

 

8. Bolivia experimentó condiciones externas similares

G08

Sin embargo, a diferencia de Chávez, Morales aprovechó el boom para acumular reservas internacionales como amortiguador ante las posibles perturbaciones futuras en los precios de sus exportaciones (Gráfico 9). Mientras que la inflación en Venezuela se disparó a un 56 por ciento el año pasado, Morales mantuvo la inflación de Bolivia por debajo del 10 por ciento (Gráfico 10). Aunado a esto, Bolivia ha aprovechado su buena fortuna en materia económica para mantener un superávit fiscal, mientras que el chavismo ha llevado el déficit del sector público a un nivel cercano al 15 por ciento del PIB (Gráfico 11). Además, en tanto Bolivia reducía su enorme deuda contraída durante los años de penuria, Venezuela asumió nuevas obligaciones (Gráfico 12), que en algunos casos tendrá que honrar a unas tasas de interés de consumo.

 

9. Pero Bolivia ahorró más

G09

 

10. Mantuvo una inflación más baja

G10

 

11. Mantuvo un superávit fiscal

G11

 

12. Y redujo su deuda

G12 

Cuando la corriente de oposición política toma las calles para manifestar contra el régimen actual, lo hace teniendo en cuenta las comparaciones expuestas en los gráficos 4 a 12. Esta oposición desea un gobierno que sea responsable desde el punto de vista fiscal, que pueda instrumentar programas sociales modernos y eficaces. Su líder, Henrique Capriles, dejó en claro durante su campaña presidencial de 2012 que se inspira en las políticas del antiguo presidente de centro-izquierda brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. En este sentido, hay indicios de que al continuar deteriorándose las condiciones económicas, algunos venezolanos partidarios del gobierno podrían comenzar a valorar estas comparaciones regionales. Cuando Chávez derrotó a Capriles por 11 puntos porcentuales en 2012, parecía una victoria avasallante según parámetros estadounidenses. Pero en realidad se trató de la victoria electoral más pequeña de cualquier presidente en funciones de la región desde principios del siglo XXI (Gráfico 13).

 

13. Chávez perdió gran parte de su ventaja electoral3

G13

Desafortunadamente, la unidad efímera de la oposición bajo el liderazgo de Capriles se astilló después de las elecciones del año pasado. De hecho, no deja de ser frustrante para Capriles la fijación de otros líderes de la oposición con la salida de Maduro —al igual que se obsesionaron por tanto tiempo con la salida de Chávez— a expensas de otras propuestas de gobierno más positivas. Con ello se echó por tierra cualquier convergencia incipiente entre los venezolanos partidarios del gobierno y la oposición. Peor todavía, un grupo marginal pero ruidoso de opositores no oculta su simpatía con el régimen venezolano anterior a Chávez, y la bulliciosa presencia de esta facción no hace sino endurecer el sentimiento chavista en contra de la oposición política en su conjunto. Los voceros ultra privilegiados de esta oposición encarnan precisamente el “ellos” al que se hace referencia en la consigna “No volverán”.

La ironía de esta nostalgia que embarga a este grupo marginal de la oposición es que los errores del régimen anterior a Chávez se parecen mucho a los del socialismo bolivariano.4 Por ende, lo que realmente podría ayudar a Venezuela a salir del actual impasse sería una especie de aprendizaje recíproco. Si los nostálgicos mimados lograsen comprender que mucho de lo que más detestan del socialismo bolivariano se parece mucho a lo que había antes, y si los partidarios del chavismo pudiesen ver que la revolución es un reflejo de gran parte de la Venezuela del pasado, quizás ambos bandos logren darse cuenta de la sabiduría inherente en los datos que sustentan las comparaciones regionales hechas por la corriente opositora. En la ausencia de una convergencia de este tipo, es difícil imaginarse una manera en que Venezuela pueda salir adelante.

 

Fuente Original: Kronick, Dorothy. “Why Only Half of Venezuelans Are in the Streets”. FiveThirtyEight. 17 de marzo de 2014. FiveThirtyEight. 22 de marzo de 2014.
http://fivethirtyeight.com/features/why-venezeulas-middle-class-is-taking-to-the-streets/

Traducido por #infoVnzla

@infoVnzl