Por Dorothy Kronick
Publicado en FiveThirtyEight. 17 de marzo de 2014.
Mientras las protestas estallan a lo largo y ancho de las urbanizaciones más acomodadas de Venezuela, los barrios por lo general se han mantenido tranquilos. Los venezolanos de clase media y alta queman cauchos y construyen barricadas, mientras millones de sus compatriotas más pobres se quedan al margen. Ambos grupos sufren a causa de las mismas cosas que desencadenaron los disturbios: escasez de alimentos, inflación y crimen. De hecho, estos problemas perjudican más a los partidarios del gobierno que a los manifestantes opositores. Cabe preguntarse: ¿qué los divide?
Un año después de la muerte del expresidente Hugo Chávez, estas seis semanas de manifestaciones nos muestran un país que sigue profundamente dividido de cara al proyecto político de Chávez. De un lado se encuentran los opositores de su sucesor, Nicolás Maduro, que ganó las elecciones presidenciales del año pasado por estrecho margen; y del otro se encuentran los partidarios del gobierno, que no ven otra alternativa viable al chavismo. Estos últimos se preguntan, “¿si no es esto, entonces qué?”. Pareciera que los venezolanos no encuentran una respuesta compartida.
No han podido ponerse de acuerdo sobre una visión política del país porque juzgan al chavismo desde dos perspectivas diferentes: los chavistas comparan la situación actual con la Venezuela antes de Chávez, mientras que la oposición contrasta la situación económica actual con los recientes desarrollos en el resto de América Latina.
Muchos de ls partidarios del oficialismo comparan la vida bajo el socialismo bolivariano —el nombre que le dio Chávez a su programa político— con la vida bajo los antecesores inmediatos de Chávez. La mala administración del auge petrolero de la década de 1970 y el colapso subsiguiente dieron paso a una larga pesadilla económica durante las décadas de 1980 y 1990. Las severas privaciones dieron paso a disturbios, varias intentonas golpistas y, finalmente, a la elección de Chávez; que en ese momento no era sino un outsider político. Si se contrasta con el desastre anterior, a los venezolanos ciertamente les fue mejor bajo el socialismo bolivariano: los ingresos aumentaron y la pobreza se redujo, como lo ilustran los gráficos 1 y 2.
Aquellos que respaldan a Maduro temen un retorno al régimen que antecedió al de Chávez. 15 años después de la caída de ese modelo, la frase “no volverán” se mantiene como una potente consigna de los partidarios del gobierno.
1. Los ingresos de los venezolanos aumentaron con Chávez
2. Y la pobreza se redujo
Es natural establecer comparaciones con los gobiernos que antecedieron al actual. Sin embargo, en el caso venezolano no deja de ser engañoso. Venezuela es una economía petrolera, y los precios del petróleo oscilaban en torno a 10 dólares por barril en las décadas de los ochenta y noventa.1 Por motivos que poco tienen que ver con las decisiones de Chávez, el precio del petróleo venezolano comenzó a subir tan pronto él asumió la presidencia y se dispararon a más de 80 dólares por barril en 2008 (Gráfico 3). Decir que a la economía venezolana le fue mejor con Chávez que en los períodos anteriores equivale a decir que el pasto crece más verde con agua que sin agua.
3. Cambios en las condiciones externas
Un punto de referencia o benchmark más útil —empleado por la corriente de oposición política venezolana— es la salud económica de los vecinos latinoamericanos de Chávez, muchos de los cuales también se vieron favorecidos por el reciente auge de los precios de los recursos naturales. Tal como lo ha sugerido Francisco Monaldi, de la Universidad de Harvard, podemos comparar el socialismo bolivariano con otros modelos latinoamericanos alternativos conforme a algunos indicadores económicos estándar, como el producto interno bruto y la inflación. También podemos comparar al chavismo con el resto de la región en lo relativo a los resultados que precisamente buscaba enfatizar Chávez: pobreza, igualdad, salud y educación. “¿De qué sirve la estabilidad macroeconómica si, al final, el resultado es más pobreza y más hambre?”, preguntaba Chávez en unos de sus discursos al principio de su presidencia. “¿Cuántos niños van al colegio, cuál es la mortalidad infantil? Esas son las preguntas más importantes”.
Si nos atenemos a todas estas mediciones, el socialismo bolivariano tuvo un rendimiento inferior al de sus pares. La naturaleza le brindó a Chávez lo que fueron con creces los ingresos extraordinarios más altos de América Latina procedentes de recursos naturales (Gráfico 4). No obstante, en comparación con sus vecinos menos afortunados, Venezuela registró un menor crecimiento económico (Gráfico 5) y una inflación más alta (Gráfico 6). Por otro lado, durante el mandato de Chávez, Venezuela tampoco superó a muchos de sus vecinos en lo relativo a la reducción de la mortalidad infantil (Gráfico 7), la pobreza o la desigualdad; así como tampoco en cuanto a mejoras del rendimiento escolar. Muchos de los países que superaron los logros de Venezuela en materia social lo hicieron en parte gracias a la puesta en práctica de programas innovadores contra la pobreza, basados en transferencias condicionales de dinero en efectivo, en los que por ejemplo el gobierno le pagaba a madres de bajos recursos por llevar a sus niños a la escuela o al doctor. Mientras que México, Brasil, Perú, Colombia y otros países instrumentaron estas políticas sumamente eficaces, Venezuela amplió los recursos dedicados a proyectos “que difícilmente puede decirse tienen asidero en las estadísticas de desarrollo humano”, según un destacado economista venezolano que evaluó los programas.
4. Venezuela contó con los mayores ingresos extraordinarios procedentes de recursos naturales
5. Con bajo crecimiento económico
6. Elevada inflación
7. Y una baja reducción de la mortalidad infantil
El fracaso se hace incluso más patente si se contrasta con las magnitudes históricas de las promesas de Chávez, y con el otrora entusiasmo hemisférico en torno a su proyecto. Hace una década los partidarios de izquierda, desde Boston a Buenos Aires, pensaban que Chávez era un pionero que abogaba por un estilo de gobierno más justo, inclusivo y favorable a los pobres que cualquier opción ofrecida por las elites de Washington. Chávez ideó su revolución bolivariana para desafiar seriamente la hegemonía estadounidense, proclamándose como el héroe antiimperialista por excelencia.
Venezuela vendió su sueño revolucionario agresivamente y conquisto aliados con sus miles de millones de dólares en petróleo. Sin embargo, al final, la mayoría de sus vecinos le dieron la espalda a la visión chavista, y al hacerlo lograron mayores avances en la consecución de muchas de las metas que Chávez se había propuesto para su gobierno. En un intento por resucitar el fervor utópico del período de mediados de los años 2000, uno de los anuncios más vistosos de la campaña de 2012 (con cuarteto de cuerdas, cámara lenta y todo) proclamaba que Venezuela se había convertido “en un modelo de solidaridad y justicia social para todo el planeta”. Pero ya para entonces, esa retórica grandiosa sonaba hueca.
Tal como lo señaló el economista venezolano, Omar Zambrano (consulte aquí), incluso uno de los aliados de izquierda más radicales de Chávez, el presidente de Bolivia Evo Morales, manejó de manera más responsable los ingresos procedentes de recursos naturales. Entre los aliados regionales de Chávez, Morales ocupa un puesto que apenas superan los Castro en Cuba. Al igual que Chávez, Morales provocó la histeria de la oposición de su país con su agitada retórica en contra de las élites. Al igual que Chávez, Morales redactó nuevamente la constitución y cambió el nombre oficial de su país. Y al igual que Chávez, Morales presidió durante un período de condiciones económicas sumamente favorables. Bolivia disfrutó de una mejora similar a la de Venezuela en el precio de sus exportaciones en relación con sus importaciones, entre 2003 y 2012 (Gráfico 8).
8. Bolivia experimentó condiciones externas similares
Sin embargo, a diferencia de Chávez, Morales aprovechó el boom para acumular reservas internacionales como amortiguador ante las posibles perturbaciones futuras en los precios de sus exportaciones (Gráfico 9). Mientras que la inflación en Venezuela se disparó a un 56 por ciento el año pasado, Morales mantuvo la inflación de Bolivia por debajo del 10 por ciento (Gráfico 10). Aunado a esto, Bolivia ha aprovechado su buena fortuna en materia económica para mantener un superávit fiscal, mientras que el chavismo ha llevado el déficit del sector público a un nivel cercano al 15 por ciento del PIB (Gráfico 11). Además, en tanto Bolivia reducía su enorme deuda contraída durante los años de penuria, Venezuela asumió nuevas obligaciones (Gráfico 12), que en algunos casos tendrá que honrar a unas tasas de interés de consumo.
9. Pero Bolivia ahorró más
10. Mantuvo una inflación más baja
11. Mantuvo un superávit fiscal
12. Y redujo su deuda
Cuando la corriente de oposición política toma las calles para manifestar contra el régimen actual, lo hace teniendo en cuenta las comparaciones expuestas en los gráficos 4 a 12. Esta oposición desea un gobierno que sea responsable desde el punto de vista fiscal, que pueda instrumentar programas sociales modernos y eficaces. Su líder, Henrique Capriles, dejó en claro durante su campaña presidencial de 2012 que se inspira en las políticas del antiguo presidente de centro-izquierda brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. En este sentido, hay indicios de que al continuar deteriorándose las condiciones económicas, algunos venezolanos partidarios del gobierno podrían comenzar a valorar estas comparaciones regionales. Cuando Chávez derrotó a Capriles por 11 puntos porcentuales en 2012, parecía una victoria avasallante según parámetros estadounidenses. Pero en realidad se trató de la victoria electoral más pequeña de cualquier presidente en funciones de la región desde principios del siglo XXI (Gráfico 13).
13. Chávez perdió gran parte de su ventaja electoral3
Desafortunadamente, la unidad efímera de la oposición bajo el liderazgo de Capriles se astilló después de las elecciones del año pasado. De hecho, no deja de ser frustrante para Capriles la fijación de otros líderes de la oposición con la salida de Maduro —al igual que se obsesionaron por tanto tiempo con la salida de Chávez— a expensas de otras propuestas de gobierno más positivas. Con ello se echó por tierra cualquier convergencia incipiente entre los venezolanos partidarios del gobierno y la oposición. Peor todavía, un grupo marginal pero ruidoso de opositores no oculta su simpatía con el régimen venezolano anterior a Chávez, y la bulliciosa presencia de esta facción no hace sino endurecer el sentimiento chavista en contra de la oposición política en su conjunto. Los voceros ultra privilegiados de esta oposición encarnan precisamente el “ellos” al que se hace referencia en la consigna “No volverán”.
La ironía de esta nostalgia que embarga a este grupo marginal de la oposición es que los errores del régimen anterior a Chávez se parecen mucho a los del socialismo bolivariano.4 Por ende, lo que realmente podría ayudar a Venezuela a salir del actual impasse sería una especie de aprendizaje recíproco. Si los nostálgicos mimados lograsen comprender que mucho de lo que más detestan del socialismo bolivariano se parece mucho a lo que había antes, y si los partidarios del chavismo pudiesen ver que la revolución es un reflejo de gran parte de la Venezuela del pasado, quizás ambos bandos logren darse cuenta de la sabiduría inherente en los datos que sustentan las comparaciones regionales hechas por la corriente opositora. En la ausencia de una convergencia de este tipo, es difícil imaginarse una manera en que Venezuela pueda salir adelante.
Fuente Original: Kronick, Dorothy. “Why Only Half of Venezuelans Are in the Streets”. FiveThirtyEight. 17 de marzo de 2014. FiveThirtyEight. 22 de marzo de 2014.
http://fivethirtyeight.com/features/why-venezeulas-middle-class-is-taking-to-the-streets/
Traducido por #infoVnzla
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